Existe una doble direccionalidad del voluntariado en todos sus ámbitos de acción: a la vez que uno entrega parte de su tiempo, conocimiento y experiencia, recibe una serie de elementos del mismo género, lo que crea un circuito dinámico y abierto que se resume en un continuo dar y recibir, en el cual, el enriquecimiento siempre es mutuo.
Otorga una mayor garantía de continuidad, posibilitando la formación del voluntario en la búsqueda de una especialización de calidad que sea eficaz. Además, va a permitir una enriquecedora interrelación de los voluntarios, fomentando modelos de coordinación y cooperación.
Implica un compromiso específico en la medida de las posibilidades de cada uno, en el cual quedan claramente manifestados los derechos y deberes que recíprocamente se asumen en la realización de un proyecto.